- ¿Sabes el chiste de «no y yo tampoco»?
- No.
- Yo tampoco.
- ¿Lo has entendido?
- No.
- Yo tampoco.
- ¿Sabes el chiste del abuelo?
- No.
- Pues es muy viejo.
- ¿Sabes el chiste del hombre entre dos vallas?
- No.
- Vaya, hombre, vaya.
- ¿Sabes el chiste del yogourt?
- No.
- Es natural.
- ¿Sabes el chiste de la vaca?
- No.
- Pues es la leche.
- ¿Sabes el chiste del autobús?
- No.
- Suele pasar.
- ¿Sabes el chiste de la electricidad?
- No.
- Pues es muy corriente, ¿lo has pillado?
- Sí.
– Pues suéltalo que da calambre.
- ¿Sabes el chiste del zoo?
- No.
- Es lógico.
- ¿Sabes el chiste del tren?
- No.
- A veces pasa.
- ¿Sabes el chiste del pescador?
- No.
- Pues es la caña.
- ¿Sabes el chiste del camello?
- No.
- Pues te jorobas.
En un congreso de humoristas todos conocían tan bien los chistes de los demás que se limitaban a usar números.
Un humorista subió al estrado y dijo: «75».
Todos los asistentes permanecieron en silencio excepto dos que se desternillaban de risa en sus asientos. Al preguntarles por qué se reían, uno de éllos contestó:
- Es que nunca lo había oído.
Y el segundo:
- Ya lo conocía, pero es que me ha hecho gracia cómo lo ha contado.
Era un chiste tan malo que le pegaba a los chistes más pequeños.
- ¿Te he contado el chiste de estadísticas?
- Probablemente...
- ¿Quieres que te cuente un chiste al revés?
- Sí.
- Empieza a reírte.