- Doctor, creo que necesito vitaminas A y B.
- Está usted tan pálido que le voy a recetar todo el abecedario.
- Es usted hipocondríaco.
- ¿Hipocondríaco yo? ¡Pero si es la única enfermedad que no tengo!
En el convento.
- ¿Está el padre prior?
- No, ya está mucho mejor.
Doctor, ¿después de la operación podré tocar la guitarra?
- Sí, perfectamente.
- ¡Qué bien! porque antes no sabía.
Va un señor con mucho pelo por todo el cuerpo al médico y le pregunta:
- Doctor, ¿qué padezco?
- «Padece» usted un osito.
- En la esquina hay una señora loca y muda que está hablando sola.
- ¡Cómo va a hablar si es muda!
- Ya te dije que estaba loca.
- Doctor, me siento perro.
- ¿Desde cuando?
- Desde que era un cachorro.
- Doctor, estoy perdiendo la memoria.
- ¿Hace mucho tiempo de eso?
- ¿De qué?
- Doctor, un camello me ha dado una patada.
- ¿Dónde ha sido?
- En el desierto.
- Doctor, estoy fatal, veo elefantes azules por todas partes.
- ¿Ha visto a algún psiquiatra?
- No, de momento sólo elefantes.
- Doctor, creo que tengo doble personalidad.
- Siéntese y hablaremos los cuatro.
- Doctor, ¿qué tal el parto de mi mujer?
- Todo bien, aunque a su hijo hemos tenido que ponerle oxígeno.
-¿Oxígeno? Con la ilusión que a mí me hacía que se llamara Francisco.
El médico pregunta a su paciente:
- ¿Usted, duerme del lado izquierdo o del derecho?
- De los dos, me duermo entero.
(Enviado por Fátima López Verde, Buenos Aires, Argentina)
- Doctor, cuando me levanto por las mañanas los primeros 30 minutos me
siento mareado.
- Levántese media hora más tarde.
(Enviado por Fátima López Verde, Buenos Aires, Argentina)
El doctor pregunta al paciente:
- ¿Usted ronca siempre?
- No, sólo cuando duermo.
(Enviado por Fátima López Verde, Buenos Aires, Argentina)
– Sr. Rodríguez, lamento decirle que es usted diabético.
– Vaya ¿y eso es grave?
– No es grave. Es esdrújula: «dia-bé-ti-co».
- Doctor, me tiemblan mucho las manos.
- Eso es que bebe demasiado alcohol.
- ¡Qué va, si lo derramo casi todo!
- Doctor, tengo tendencias suicidas, ¿qué hago?
- ¡Págueme ahora mismo!
- ¿Algún doctor en la sala?
- Yo soy doctor en filología hispánica.
- ¡Ayudarme, este hombre se muere!
- Por favor, ese imperativo...
- ¿Hay algún doctor en la sala?
- Yo soy doctor en matemáticas.
- ¡Ayuda, este hombre se muere!
- Uno menos...
- Doctor, ¿Cómo ha salido la operación?
- Hijo mío, yo no soy el doctor. Soy San Pedro.
- ¡Cualquiera sabe cuántos locos habrá sueltos por la calle!
- A mí me da igual, yo soy invisible.
Tengo tres llamadas perdidas de mi oftalmólogo. El de ver me llama.